lunes, 22 de marzo de 2010

Inconformismo innecesario.

Abrir las cortinas de humo
(después de que cale la noche),
terminar de acompasar los latidos,
posar en el cenicero
todas las distancias evitables.

Desnudar a la debilidad,
Juntar abriles con mayos,
Contratar como escenario más Madrid.

"Agujerear" los relojes
(Que se escapen las horas),
Cerrar entre paréntesis la salida,
Ganarle el partido (de los domingos)
al silencio.

Yo sólo alisto proposiciones
para que cualquier día vuelvas
a hablarme de Truffaut y Godard
(o de cine japonés incluso).

martes, 16 de marzo de 2010

Cuentos para no dormir.

Ayer me contaron,

No jures banderas.
No existen las patrias.

No adores a ningún Dios,
que la fe es un opio
cobarde.
(y él no existe).

Y la muerte está lejana,
pero es infranqueable
como el horizonte.
(Como la conocí
una mañana del 97).

...

Cuando cayó La Moneda,
Allende habló
(eso sí es hablar)
sabiendo su muerte:

"Algún día
se abrirán
las grande alamedas
por donde caminará el hombre libre".

Asumamos lo efímero,
exprimamos nuestro tiempo
aunque no sea recordado.

Aunque no tengamos
un último aliento
Salvador.

Aunque nos duela reconocer(nos)
que algún día no seremos
NADA.

(Por el cielo
no se han avistado todavía
vuelos de almas.
Ni a bajo coste).

No juguemos, pues,
a ensalzar mentiras
para dejar de lado
cuentos para no dormir.

martes, 9 de marzo de 2010

Pequeños placeres (para vivos).

Los versos de los 50,
como Ángeles en Madrid.
Los sonidos desde Nashville.
El último roce
de labios.

Las gotas nostálgicas
de un día de lluvia.
Capital de provincia:
Volver a volver.

El silencio de Gran Vía,
de madrugada.
Las estaciones llenas
de dos mil destinos
(y cuatro andenes).

La primera calada,
las últimas palabras
que no se despiden.

Subir a la Torre Eiffel,
o a Malá Strana.
(Cayó el Muro de Berlín).

Incendiar la realidad,
cometer errores (que no fallos),
Beber de un trago la soledad
que es casi la muerte.

Y más puntos suspensivos
Y más tiempo que (es)fumar.
"Chinaski, estás despedido".