Para qué gritar
que no levantamos cabeza.
Para qué mordernos
de rabia a diario.
Para qué olvidarnos
de lo que sumamos juntos.
Si yo lo único
que quiero
es que me aprietes
a tu mano
y que me lleves
sin rumbo fijo
por Madrid.
Que esta
gris primavera
acabe
despertando
todas las veces
que tú y yo
nos hemos
querido.