Las
primeras
noticias
cubrían
oscuras
la noche
del
viernes,
y yo
ya lloraba
tu ausencia.
Entonces
podía ver
cada momento
que
había
dejado atrás
sin
devolverte
todo
lo que
me has
dado.
Pero
tú eres
demasiado
fuerte
como para
rendirte
y le
ganaste
el pulso
a la
muerte,
una vez
más.
Y aunque
las editoriales
hablaban de
gente sin lucha
sin importancia,
tú estabas
en todas
mis portadas.
Y no
esperaba
menos
de ti.
Por levantar
a toda
una familia
con la fuerza
de dos manos
y un corazón
que late
más que ninguno.
Porque
eres la
cara buena
del hombre,
y deberían
tomar ejemplo
porque
me has querido
cada día
y has estado
siempre al
pie del cañón
sin fallar
una tarde.
Por eso
volví
rápido.
Para
despertarte.
Para
volver
a ser el
niño que
atónito
aprende
de su abuelo.
Para
jugar
la partida
sin
ninguna
prisa
y que
me dejaras
volverte
a ganar.
Volví
para levantarte
pero
me dijiste
que ya no
sabías
sonreír.
Y se
me
clavó
una espina
que sangraba
rabia.
Pero
no voy
a quedarme
tirado
en el suelo.
Pasarán
todos los días,
y pasarán
muy poco
a poco.
Vendrá la
nieve del
miedo
a tu pecho
angustiado.
Correrán
las prisas
aullará
el dolor
de las
cuatro paredes
encerradas.
Quejará
la luna
por perder
su sol.
Pero
llegará
en Oviedo
el día
en que
vuelva a
pasear
tu
sonrisa
encallada
iluminada
sobre todo
buena.
Demasiado
buena.
Ni la mirada
perdida,
ni los ladrillos
que queman.
Volverás
a reír,
alegre y
Bello
como
las verdes
montañas
de León
en primavera.
Y que el
cielo
reviente
de celos
que tu
te quedas
queriendo.
Que yo
te quiero
a rabiar.
Que
en mi
urbanismo
para vivos
"existes
creo en ti
eres
me basta."
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