martes, 9 de noviembre de 2010

Vacío de bersos.

No puedo
escribir
ni una
sóla
palabra.

Será
porque
ya
ha llegado
el frío

y
el viento
que
grita
y golpea
en fuertes
oleadas
ha arrancado
mis últimas
ideas.

O
mejor
acusaré
como culpables
a la panda
de sucios
realistas
que
me roban
el tiempo
me destrozan
la cabeza
y siempre
me dan
más
ganas
de vivir,
pero que
nunca
he conseguido
imitar.

No lo sé.

Pero
esta
noche
no
he cubierto
la soledad
de mis versos
de carne
y hueso

ni he sido
capaz
de encontrar
dos lunares
casi
simétricos
en la
oscuridad
encerrada
en
menos
de 90
centímetros

ni he podido
morder
y
oler
-al mismo tiempo-
el sabor
a poesía
de
su cuello.

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